
Los filtros de belleza se han vuelto tan comunes como las cámaras en nuestros teléfonos. Con un simple deslizamiento, podemos suavizar la piel, agrandar nuestros ojos o adelgazar nuestras caras. Pero, ¿qué sucede cuando estas herramientas aparentemente inofensivas comienzan a cambiar la forma en que nos sentimos acerca de nuestros seres reales y sin filtro? A nuevo estudio Por los investigadores Makenzie Schroeder y Elizabeth Behm-Morawitz en la Universidad de Missouri revela algunas respuestas preocupantes a esta pregunta.
El estudio y los resultados
Para comprender estos efectos, los investigadores dividieron aleatoriamente a 187 participantes en tres grupos:
- Un grupo usó un filtro adelgazante en su propia imagen.
- Otro grupo vio a alguien más usar un filtro adelgazante.
- Un grupo de control usó un filtro neutral que solo cambió el color de su imagen a azul.
Después de sus actividades asignadas, los participantes respondieron preguntas sobre cómo se sentían sobre sus cuerpos, su deseo de perder peso y sus actitudes hacia diferentes tamaños de cuerpo.
Los resultados revelaron diferencias claras entre los grupos. Los participantes que usaron el filtro adelgazante en sí mismos mostraron niveles significativamente más altos de pensamientos y creencias dismórficas corporales en comparación con aquellos que usan el filtro azul neutral. Esto significa que tenían más probabilidades de centrarse en los defectos percibidos en su apariencia después de verse a sí mismos a través de un filtro de belleza.
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Aún más sorprendentes fueron las diferencias en lo que los investigadores llamaron 'autocomparación social', la tendencia a compararse con la imagen filtrada. Los participantes que usaron el filtro de adelgazamiento se dedicaron a mucha más pareja social que tanto el grupo de control como los que simplemente observaron a alguien más usando un filtro.
Curiosamente, aquellos que simplemente observaron a alguien más usar un filtro adelgazante también mostraron un pensamiento dismórfico corporal algo elevado en comparación con el grupo de control, aunque la diferencia no fue significativa.
Los datos mostraron un patrón claro: usar activamente un filtro adelgazante en su propia imagen crea los efectos negativos más fuertes, lo que desencadena pensamientos poco saludables sobre su apariencia y una mayor tendencia a compararse con su versión mejorada digitalmente.
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El estudio también reveló los efectos sobre las actitudes hacia diferentes tamaños del cuerpo. Los niveles más altos de pensamientos dismórficos corporales en los participantes que usaron el filtro de adelgazamiento en sí mismos dieron como resultado que tenían actitudes más fuertes anti-grasas en comparación con las del grupo de control. También tenían más probabilidades de querer perder peso después de verse a sí mismos de una manera más delgada y evaluar su autoestima en función de su apariencia. Estos hallazgos sugieren que los filtros de belleza no solo afectan la forma en que nos vemos a nosotros mismos, sino que pueden reforzar las actitudes sociales negativas más amplias sobre el peso y el tamaño del cuerpo, lo que contribuye al estigma de peso que ya impregna gran parte de nuestra cultura.
Por qué esto importa: más allá de 'solo un filtro'
'Es solo un filtro' podría ser una defensa común, pero esta investigación sugiere que el impacto va más profundo de lo que podríamos pensar. El estudio identificó dos procesos clave que explican por qué los filtros nos afectan:
Primero, la autocomparación social, que comparamos con nuestra imagen filtrada, aparece para ser aún más poderosa que la comparación social tradicional (comparándonos con otras personas). Esto tiene sentido cuando lo piensas: ver una 'mejor versión' de ti mismo se siente más relevante que ver a un extraño atractivo.
En segundo lugar, los filtros de belleza pueden desencadenar el pensamiento dismórfico corporal, un enfoque elevado en los defectos percibidos en su apariencia. Este patrón de pensamiento conecta el uso del filtro con varios resultados negativos, incluida una mayor insatisfacción con su cuerpo actual y actitudes más fuertes anti-grasas.
Los investigadores explican que estos procesos podrían no solo afectar la forma en que nos vemos en el momento. Potencialmente contribuyen a un ciclo en el que los usuarios prefieren cada vez más su apariencia filtrada, lo que lleva a una mayor decepción con su aspecto natural.
Más allá de los efectos individuales: redes sociales y estándares de belleza
Las implicaciones de esta investigación se extienden más allá de la psicología individual. Cuando millones de personas usan filtros adelgazantes diariamente, cambia nuestra comprensión colectiva de la belleza.
Los investigadores señalaron que los filtros de belleza permiten a los usuarios ajustarse a las expectativas de belleza social, que aparecen más delgadas, con una piel más suave y muestran otras características idealizadas. A medida que más personas comparten imágenes filtradas, estas se convierten en la nueva normalidad, creando un ciclo en el que las personas esperan ver imágenes filtradas y sienten presión para usar filtros ellos mismos.
Esta normalización de las apariencias alteradas digitalmente puede estar impulsando una definición más estrecha de belleza, una que excluye la diversidad natural de los cuerpos humanos, particularmente los tamaños corporales más grandes.
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Limitaciones y preguntas futuras
Como todas las investigaciones, este estudio tiene limitaciones que vale la pena señalar. Los participantes tenían una edad promedio de 36 años, lo que significa que los hallazgos podrían no representar completamente cómo los usuarios más jóvenes, que crecieron con estas tecnologías, filtros de belleza de experiencia. Además, la muestra consistió principalmente en mujeres, dejando preguntas sobre cómo los hombres responden a filtros similares, particularmente aquellos que mejoran la musculatura en lugar de la delgadez.
El estudio también utilizó un filtro de adelgazamiento relativamente sutil. Muchos filtros populares en plataformas como Tiktok e Instagram crean transformaciones más dramáticas, lo que podría causar efectos aún más fuertes que los observados en el estudio.
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Mirando hacia el futuro, esta investigación plantea preguntas importantes:
- ¿Cómo se acumulan los efectos del filtro de belleza con el tiempo con el uso repetido?
- ¿Son ciertas personas más vulnerables a los impactos negativos de los filtros de belleza?
- ¿Cómo podrían afectar estas herramientas digitales el desarrollo de la imagen corporal en los adolescentes?
- ¿Podrían los filtros diseñados para celebrar las características naturales en lugar de alterarlas proporcionar una alternativa más saludable?
Quizás lo más importante es que esta investigación desafía a las plataformas de redes sociales para considerar las implicaciones éticas de las herramientas que proporcionan. Los investigadores sugieren que los desarrolladores deberían considerar eliminar o reducir los filtros que alteran el cuerpo a favor de más opciones neutrales en el cuerpo.
¿Qué podemos hacer?
Mientras continúa más investigación, este estudio nos recuerda que sean más conscientes de cómo las herramientas digitales podrían estar dando forma a nuestra autopercepción. Ser consciente del proceso de comparación que ocurre cuando usamos filtros de belleza podría ayudarnos a resistir su influencia negativa.
Para los padres y educadores, hablar abiertamente sobre cómo funcionan los filtros y los estándares poco realistas que crean podría ayudar a los jóvenes a desarrollar relaciones más saludables con estas tecnologías.
Y para los usuarios de las redes sociales de todas las edades, ocasionalmente retrocede para apreciar nuestro ser sin filtro podría ser el acto más radical de todos en un mundo cada vez más visto a través de una lente digitalmente mejorada.
A medida que los filtros de belleza se vuelven más avanzados y generalizados, comprender su impacto psicológico se vuelve no solo interesante sino esencial para proteger nuestro bienestar colectivo en la era digital.